Eduardo Estradera, voluntario
"Ayudar a las personas en situación de sin techo es muy sencillo: hay que acercarse a ellas, tenemos que hablar, empatizar ... Decir un" buen día como te encuentras? " es más que suficiente para empezar. Luego, con el paso del tiempo, podemos profundizar más. Sería importante que todos pudiéramos acercarnos y decirles que estamos aquí".
Eduardo Estradera tiene 55 años y hace casi un año que es voluntario de Sant Joan De Déu Serveis Socials - Barcelona. Realiza su actividad en el centro diurno Folre de Badalona.
Hablamos con él para saber cómo vive su voluntariado
¿Cuál es tu labor en Folre?
Antes del confinamiento jugaba al parchís, al dominó, a las cartas, interactuaba con ellos hablando y luego eran duchas y cenas. Los atendía dándoles el kit de limpieza, las cuchillas por si querían afeitarse... les daba todo lo que me pedían, y algo más, porque siempre les daba un sonrisa.
¿Cómo te sientes como voluntario?
Muy feliz. Realmente muy feliz. Si das las cosas de corazón y sin esperar nada a cambio, es muy gratificante.
¿Cómo crees que las personas atendida reciben este acompañamiento?
Les gusta. Me tocan muchas veces la espalda...
¿Por qué crees que es tan necesaria la actividad del voluntariado?
Por el cariño que se les da (a las personas atendidas), aunque sea verbal. Es fundamental. Se sienten en casa, como en familia. De hecho, Folre es una familia. Desde el voluntario, hasta el profesional... y las personas atendidas, lo saben.
A menudo la gente se pregunta cómo puede ayudar a una persona en situación de sin techo, ¿tú qué recomendarías?
Ayudar a las personas en situación de sin techo es muy sencillo: hay que acercarse a ellas, tenemos que hablar, empatizar ... Decir un" buen día como te encuentras? " es más que suficiente para empezar. Luego, con el paso del tiempo, podemos profundizar más. Sería importante que todos pudiéramos acercarnos y decirles que estamos aquí.
¿Cómo os ha afectado la COVID a los voluntarios y voluntarias?
Ha habido momentos que no hemos podido hacer nuestra labor, no podíamos entrar en Folre... Yo como era más joven de 65 años pude hacer alguna tarea.
¿Y cómo te sentías cuando se tuvo que restringir la actividad del voluntariado por seguridad?
Estaba cojo.
¿Anteriormente habías tenido otras experiencias de voluntariado?
Sí. En Cruz Roja estuve ayudando con entrega de alimentos y medicamentos durante la pandemia. Hay mucha gente que lo está pasando mal.
¿Qué hizo que te acercaras a Folre para hacer de voluntario?
Mi interés por ser voluntario de Sant Joan de Déu se remonta a hace más de 4 años. Cuando falleció mi mujer es cuando yo quise hacer algún tipo de actividad. También hablé con mi psicólogo y me recomendó relacionarme con los demás y eso es lo que hice. Como me gustan mucho los niños, quise entrar en Sant Joan de Déu. Hacer payasadas y hacer reír a los niños creo que es fundamental. Para que los niños se hagan grandes y felices creo que tienen que ser niños contentos. Pero se me ofreció atender a personas en fase terminal y yo en ese momento no podía realizar ese tipo de voluntariado.
Y con el paso de los años dije, ahora ya me encuentro mejor, más fuerte, y puedo hacer esta actividad y fui a una asamblea (de voluntariado en Sant Joan de Déu) y me enamoré de Silvia [responsable de voluntariado de Sant Joan de Déu Serveis Socials] y lo digo así, con todo mi cariño y de una forma muy sana y dije, esta labor yo creo que me gustará y contacté con ella y fue un amor esta mujer y nos explicó en la formación muchas cosas que me gustaron y cuando entré en Folre, pues mucho más. Los trabajadores son todos unos amores y son personas muy válidas que hacen un papel fundamental con las personas sin techo. Necesitan ser atendidos, ser visibles y tener esa atención primaria.
Así que fue un poco casual hacer tu voluntariado con personas sin hogar.
Sí. Yo vivo en Badalona y fue cuando Silvia comentó que había un centro en Badalona que era muy duro. A mi no me daba miedo la dureza porque siempre he trabajado muy duro.