Alberto, residente en Hort de la Vila
La música me acompaña mucho.
Alberto lleva un año y medio viviendo en Hort de la Vila, a la espera de encontrar una solución residencial que se ajuste a sus necesidades, dado que tiene una discapacidad que le limita el movimiento. De joven trabajó llevando las páginas amarillas a los domicilios y comercios.
Alberto, ¿cómo estás a Hort de la Vila?
Aquí yo estoy bastante bien. Dentro de mis circunstancias, este es un sitio agradable, los trabajadores tienen un buen trato conmigo y tengo una habitación para mí.
En general estoy bien, estoy a gusto.
¿Cuánto hace que vives aquí?
Prácticamente 2 años y medio.
¿Cómo llegaste a Hort de la Vila?
Yo vine derivado del albergue de la Zona Franca. Allí llegué porque estuve, poco tiempo, en la calle. Antes estuve viviendo en el piso de un vecino mío con el que tenía confianza. Y fue una circunstancia un poco extraña. Porque claro, yo le pagaba una cantidad de dinero por estar allí, y estuve un tiempo trabajando hasta que perdí el trabajo. No me renovaron el contrato, pero seguí viviendo allí. Él me dijo que no había problema, que daba igual. Pero un día se fue y desapareció 3 años. Estuve viviendo en el piso 3 años sin que él estuviese. Venía su hermano para saber si yo sabía algo de él. Y, al final averiguaron que estaba en Francia. Entonces, su familia me dijo que me tenía que ir del piso, pero llegó la pandemia y quedó aquello paralizado. Hasta que un día me dijeron que me tenía que ir y vino mi hermano y me dijo que cogiera todas mis cosas que me llevaban a un albergue.
¿Te imaginaste alguna vez encontrarte en esta situación?
No. Yo creo que en general, nadie se espera una situación así en su vida.
Estando en estas circunstancias, ¿tu sabías a quién podías dirigirte para salir de esta situación?
Sí. Yo fui a la asistente social de mi barrio, y entonces ella me buscó el albergue de la Zona Franca, pero me dijo que no había plaza. Y también empezamos a tramitar los papeles de la renta garantida, y tuve suerte porque se agilizó bastante rápido y al poco tiempo empecé a cobrar, porque yo estaba sin cobrar.
Y ahora que estas en una situación más estable y puedes proyectar tu futuro, ¿cuáles son tus planes?
Lo que pasa es que ya tengo una edad que no puedo trabajar y tengo una limitación de discapacidad del 55% de mi cuerpo. Entonces, la situación la veo bastante complicada. Mi asistente me está buscando, a través de otras asociaciones, algún piso. Pero bueno, ya les he dicho que si es un piso tiene que tener ascensor, ya que escaleras solo puedo subir 4. Pero como el ascensor no funcione y sea un 4º piso… no llego.
Tienes es un problema de movilidad, ¿no?
Es un problema hereditario. Ya lo tenía mi madre, mi abuela, mis tíos… y actualmente también lo tienen mi hermano y mi hermana. Es un problema genético que no a todos nos afecta igual. A mi madre se le manifestó a partir de los 70 años, y a mí esto me ha empezado a pasar a partir de los 57. Fue de repente, se empezó a manifestar y todo se fue al traste. Y cada día voy andando peor, peor y peor. Y así estoy.
¿Te gustaría tener una vivienda propia?
Hombre sí. Aquí lo tengo todo: la comida, la ducha, la cama… pero falta un poco más de libertad. Por ejemplo, si hoy a mí me apeteciese comerme un chuletón, pues va a ser que aquí no dan chuletón. Esa es un poco la diferencia, después también son las horas, que tienes que desayunar a una hora, comer a una hora y cenar a una hora. Si estas en un piso tienes la libertad, por ejemplo, de cocinarte un par de huevos fritos a las 7 de la tarde. Aquí esto no lo puedes hacer.
Una cosa que si puedes hacer es escuchar la radio. Te vemos a menudo en los patios de Hort de la Vila escuchando la radio, ¿te ha gustado siempre?
Cuando era joven la escuchaba sobre todo por las noches, por los programas deportivos. Y ahora la escucho por estar informado por la mañana, y después por la música. La música me acompaña mucho. Claro, yo soy de una generación diferente a la actual.