El voluntariado: parte importante del engranaje para la atención a personas en situación de sin hogar
“Los voluntarios forman parte de la Sociedad civil comprometida con los derechos fundamentales y humanos en la atención a las personas más vulnerables. Y causan un efecto multiplicador en la sociedad”.
Charo Sillero
Las personas que atendemos desde nuestros recursos, sean en equipaciones residenciales colectivas o en otros programas de Sant Joan de Déu Serveis Socials – Barcelona, son varios, únicos y diferentes, como son todas las personas sin excepción: cada cual de nosotros tenemos unas capacidades y habilidades diversas, así como necesidades o áreas de mejora diferentes del resto. Esto nos hace ser únicos e irrepetibles. Pero en esencia somos seres relacionales, desde muy pequeños necesitamos estar en contacto con otras personas y sentirnos queridos, respetados, apoyados y acompañados en este camino que es la vida.
El sentimiento de soledad y a veces de aislamiento está muy presente en las personas que acompañamos cada día, y este vacío solo se llena con disposición, con mirada atenta, estando disponible... Este estar no es nada fácil de realizar, puesto que el instrumento de relación somos nosotros mismos. Ser voluntario implica estar junto a la persona: en definitiva, ser oportunidad para la persona que tenemos delante.
Haría falta, pero, conceptualizar qué quiere decir “acompañar”. Acompañar es avanzar “junto a”, es compartir un proyecto común y que supone generar una vinculación centrada en la comprensión y en la confianza. En nuestro día a día nos encontramos ante personas que han sufrido varias pérdidas, y cuando hablamos de personas en situación de sin hogar no solo suman las consecuencias resultantes de las pérdidas materiales, sino también emocionales, sociales y de calidad de vida. Durante este proceso marcado por estas continuas pérdidas, la persona puede ver deteriorada su propia identidad, su esencia personal. Así pues, podemos hablar de una carencia de vínculos a todos los niveles: el vínculo de la persona consigo misma, el vínculo con otras personas y con el resto del mundo; así como de los otros con la persona en situación de sin hogar.
El proceso de acompañamiento tiene diferentes intensidades y pasa por diferentes momentos en función de las varias rupturas o barreras que la persona tenga que superar. Así pues, no hay un acompañamiento “tipo” o una única manera de acompañar. Estos son únicos y personalizados. Cada persona es diferente y necesita un acompañamiento diferente, único respecto a los otros. El acompañamiento que se realiza podría tener una similitud al que se realiza en el acompañamiento musical que no deja de ser el arte de tocar junto con un solista como apoyo en la música que se realiza. Nosotros apoyamos a y sostenemos a la persona para que él vaya desarrollando la melodía que desee.
Nosotros, a través de este acompañamiento basado en el respeto, mirando a la persona como ser único y desde su integridad, viendo al otro como ser humano, reconociendo al otro su humanidad, con capacidades y habilidades, podemos ofrecer este apoyo y sostenimiento. Incluso llegamos a acompañar desde nuestro estar: el silencio también es una manera de estar al lado. En muchas ocasiones el silencio es una manera de expresar este querer estar con el otro, sin necesidad de explicar o decir nada, igual que el auditorio calla cuando empieza una orquesta a tocar.
Por eso es tan importante el voluntariado en el ámbito social, porque resulta un bálsamo para las personas que atendemos cada día y causa un efecto multiplicador en la sociedad. Los voluntarios forman parte de esta parte de la sociedad civil y comprometida con los derechos fundamentales y humanos y en la atención a las personas más vulnerables.
El papel del voluntariado en las entidades sociales es transformador cuando es capaz de sensibilizar y romper estereotipos, y es agente de oportunidades para las personas que atendemos, estando a su lado.
En los centros los podemos ver realizando diferentes acciones como charlando en los cuartos de estar, jugando al ping-pong o al ajedrez, participando como uno más en las reuniones de residentes, en las celebraciones de cumpleaños o en el teatro, realizando actividades como la de apoyo a la alfabetización, acogiendo a los nuevos residentes, paseando por el barrio o haciendo un acompañamiento al médico, formando parte de las diferentes comisiones que organiza la entidad, sensibilizando en escuelas, desarrollando algún servicio complementario como puede ser asesorando jurídicamente o haciendo un ensayo de entrevista laboral... hay mucho más... ¡lo constatamos en nuestro día a día!
Por otro lado, hay otros voluntarios que no se ven tanto “a simple vista” pero que son igual de importantes, porque asumen tareas de acompañamiento no tan visibles, como son, por ejemplo, aquellas voluntarias incansables y siempre sonrientes que llegan bien temprano a los centros para organizar la ropa, u otros que hacen las compras, arriba y abajo por las calles de la ciudad, o los que están en el comedor sirviendo las diferentes comidas del día.
El voluntariado es imprescindible y me es difícil concebir la atención profesional en las entidades social sin contar con la atención voluntaria o viceversa. Los profesionales y voluntarios son totalmente complementarios en la tarea de acompañamiento a las personas más vulnerables porque compartimos el mismo horizonte, aunque las herramientas y los recursos que tenemos al alcance son diferentes; podemos decir que los caminos son diferentes, pero nos une la misma misión.
Por último, solo queda agradeceros, a vosotros voluntarios, vuestra implicación para hacer de este mundo un lugar más amable para vivir, donde todo el mundo pueda tener un espacio ejerciendo los valores que nos definen como personas.
Artículo publicado a social.cat el 5/12/2019