Trabajadores sin hogar
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Son las 8.30 de la mañana en un centro para personas sin hogar de Sarriá, uno de los barrios más ricos de Barcelona. En el patio, varios hombres desafían el frío invernal para fumar su primer cigarrillo de la mañana, después del almuerzo. Algunos ya se han marchado o no tardarán a irse al trabajo. Según el último informe de evaluación del 2016, en este centro de 90 plazas, de la entidad Sant Joan de Déu Serveis - Socials - Barcelona, el 35% de las personas que residen tiene un contrato de trabajo.
Raúl espera sentado en una butaca de la entrada. Ha preferido que la entrevista se realizara en un lugar que conoce. Está un poco nervioso. "Cuándo he entrado aquí de nuevo me he sentido extraño", explica. Él vendía a menudo a comer a este centro, cuando dormía en un albergue de la Fundación Pere Tarrés. Después, consiguió una plaza en otro centro de Sant Joan de Déu Serveis - Socials - Barcelona, el de Creu dels Molers, en el barrio de Poble-sec, que está orientado a la reinserción laboral. Casi la mitad (el 47%) de las 52 personas que llegan a este centro tiene una ocupación con contrato.
Hoy, Raúl está en el programa de pisos y comparte, junto a otra persona, un techo prestado temporalmente por la misma entidad, por un precio simbólico de unos 100 euros. No quiere que se sepa su edad aunque nadie le pondría más de 40 años. En su jersey, las siglas de la empresa en la cual trabaja desde hace dos meses, le sirven de apoyo para disculparse para tener que quedar tan temprano: "Es que después no puedo quedar porque me tengo que ir a trbajar y tardo una hora y 45 minutos al llegar ". Su puesto de trabajo está en Sant Cugat, un municipio limítrofe de la ciudad Condal. Trabaja en una empresa de logística de transportes.
La precarietat laboral incrementa el fenomen
Para Albert Sales, asesor del Ayuntamiento de Barcelona y coordinador del plan de lucha contra el “sinhogarismo”, las personas sin hogar que tienen una ocupación son un fenómeno creciente desde los años noventa. El politólogo, que trabajó también en "la Diagnosi" del 2015 sobre la situación del sinhogarismo en la capital catalana, recuerda que algunos albergues tuvieron que flexibilizar sus horarios de entrada y salida porque algunos de sus residentes trabajaban y no podían llegar a la hora de la cena.
"De las casi 3.000 personas sin techo que hay en Barcelona, 941 duermen en la calle y 1.907 están alojadas a equipamientos de la red de atención a personas sin hogar"
En Barcelona, de las casi 3.000 personas que se encuentran en situación de sin hogar, 941 duermen en la calle y 1.907 se alojan a equipamientos de la Red de Atención a Personas Sin Hogar (XAPSLL), formada por 32 entidades y el Ayuntamiento. Según la última "Diagnosi" publicada, el 10,89% de las personas que viven en estos equipamientos tiene trabajo con contrato. El 2012 era un 4,10%.
Raúl forma parte de este porcentaje de personas con trabajo que sigue sin poder tener un hogar propio. En principio, el programa de pisos de inclusión o Llars de Sant Joan de Déu Serveis Socials - Barcelona, tiene una duración de seis meses a pesar de que, según su director, Joan Uribe, es cada vez más difícil cumplir los plazos establecidos, puesto que muchos necesitan más tiempo para estabilizar su situación. Para él, esta tardanza tiene un gran culpable: la precariedad laboral.
"El “precario” no es un concepto nuevo, nace en los años ochenta, pero lo que vemos hoy es la forma más radical de la expresión de este concepto: personas que están trabajando, pero que siguen teniendo que vivir en centros y pisos para personas sin hogar. El gran problema, hasta no hace mucho, era que no había trabajo. Ahora el gran problema es que sigue sin haber suficiente, pero gran parte de la ocupación que hay es absolutamente precaria, tanto a nivel salarial como de condiciones", critica Uribe, que también trabajó en la Diagnosis sobre sinhogarismo.
Aunque tengan trabajo, Uribe, explica que las personas no salen de manera inmediata de los equipamientos. La XAPSLL prefiere acompañarlos durante un tiempo para que puedan ahorrar una cierta cantidad de recursos y dinero, que los permita alquilar una vivienda, o más bien una habitación, pagando la fianza y un mes de adelanto. Para Sales, la salida de estas personas de los recursos sociales es cada vez más complicada por la combinación entre precariedad laboral y requisitos para acceder a una vivienda.
“A la precariedad laboral se añade la subida del precio del alquiler. Con un precio mediano de 15,15 euros por metro cuadrado, la capital catalana es la ciudad con los alquileres más caros del Estado español”
Según él, "muchas veces, se conseguía que salieran de los equipamientos para irse a vivir en una habitación de realquiler en situación de absoluta inestabilidad y con un trabajo extremadamente precario que los permitía pagar la habitación hasta que volvían a perder el trabajo. Es entonces cuando recaían en situación de sin hogar". Tanto Sales cómo Uribe coinciden: la tasa de recaída es imposible de calcular, pero es una realidad que los dos comprueban cada día.