Salud mental y sinhogarismo
Es necesario redefinir el abordaje que se realiza sobre la salud mental de las personas sin hogar desde la ética del cuidado.
Tere Bermúdez
El sinhogarismo es un fenómeno complejo, multicausal y su principal causa es la falta de vivienda digna, asequible y adecuada; aunque confluyen múltiples factores que nos obligan a analizar este fenómeno con una mirada poliédrica.
Destacamos las siguientes causas que pueden llevar a una persona a una situación de sin hogar:
- Estructurales (falta de vivienda pública, precariedad del mercado laboral, ley de extranjería...)
- Institucionales (criterios desiguales de asignación de las mesas de emergencias de vivienda, prestaciones públicas insuficientes, falta de coordinaciones entre departamentos y administraciones...)
- Relacionales (falta de red de apoyo, procesos de violencia...)
- Personales (enfermedad física o mental, adicciones...)
Si nos paramos a analizar las causas personales y, en concreto, la relación entre la situación de sin hogar y las problemáticas derivadas de una enfermedad mental, en primer lugar, debemos ser cuidadosos al no realizar una atribución causa-efecto. El hecho de tener una patología mental no es causa directa de sinhogarismo, si bien, junto con otras causas, podría llevar a una persona a una situación de exclusión residencial. Pero también debemos contemplar que una situación de exclusión residencial tiene efectos negativos sobre la salud mental de las personas.
A nivel conceptual entendemos que los determinantes sociales[1] tienen una relación directa sobre la salud de las personas y que estar en una situación de calle, no disponer de ingresos económicos o tener un trabajo precario, son elementos que tienen una relación directa sobre la salud, provocan malestar psicológico en las personas afectadas e incluso pueden ser desencadenantes o agravantes de una patología mental. La salud y la enfermedad tienen una dimensión social que no podemos obviar.
Según datos de la Generalitat[2] en relación al año anterior se ha registradoen toda Cataluña, en 2021, un incremento del 127% de casos de trastorno de ansiedad, un 33% de depresión y otros trastornos mentales, y un 195% de casos de suicidio en población adulta.
Según datos del estudio de la Fundación Eguia-Careaga[3] (2016), la prevalencia de enfermedades mentales se sitúa en un 15,8% en la población sin hogar.
En el estudio de J. Uribe y S. Alonso (2010) Personas en situación de sin hogar en Barcelona: Perfiles, estado de salud y atención sanitaria[4], podemos ver datos en función de la edad y el género; los autores exponen que el 49,4% de varones entre 41 y 50 años en situación de sin hogar afirmaron tener un trastorno mental, seguido del 44,6% en varones entre 31 y 40, el 41,6% en varones entre 51 y 60, 30% en hombres mayores de 60 años y 27,4% en hombres entre 18 y 30 años. En el caso de las mujeres se sitúa en el 73% entre 31 y 40 años (30 puntos porcentuales más que en los hombres), el 53,8% en mujeres mayores de 61 años y el 43% y 42,8% en mujeres entre 51 y 60 y 41 y 50, respectivamente.
Si tomamos los datos del periodo de enero a septiembre de 2021, de las 444 personas atendidas en los servicios residenciales de Sant Joan de Déu Serveis Socials Barcelona, podemos constatar que el 46% de las personas atendidas[5] en los centros residenciales de inclusión (CRI's) y en los programas de viviendas individuales y compartidas tienen una problemática detectada de salud mental y, de éstas, el 70% tienen un diagnóstico de trastorno mental. Los servicios residenciales con mayor incidencia son La Llavor[6] (centro de mujeres) donde se encuentra que el 47% de las mujeres tienen problemática derivada de salud mental, principalmente como consecuencia de situaciones de violencia machista y de procesos migratorios complejos; Y los programas de Housing First, en los que el 70% de las personas atendidas tienen afectación en su salud mental.
Fuente propia: Sant Joan de Déu Serveis Socials Barcelona. Datos enero-septiembre 2021
Con estos datos podemos comprender cómo la salud mental es una dimensión por la que hay que velar y por la que hay que cuidar a las personas en situación de sinhogar.
En primer lugar, es prioritaria la prevención porque, como se ha mencionado, las causas estructurales e institucionales son generadoras de exclusión, de sufrimiento psicológico y provocan afectación en la salud mental. En segundo lugar, es necesario tener una mirada especial en las personas que en situación de sinhogarismo tienen problemática derivada de salud mental, en estas situaciones hay que hacer cambios y reforzar el sistema de atención sanitaria para que se adapte a la situación de la persona. Difícilmente cuando una persona vive en la calle o en situación de exclusión residencial podrá cuidar la salud física o mental, tener adherencia a los tratamientos, mantener las visitas médicas o los adecuados hábitos de cuidado. Los factores estresantes existentes cuando se vive en situación de exclusión residencial, afectan directamente a la salud mental, cuanto más extrema es la situación de exclusión y, según los factores protectores o de riesgo de cada persona, nos encontramos con que el sufrimiento aflora y puede derivar o agravar una patología mental. Y, en tercer lugar, hay que seguir haciendo sensibilización para romper los estereotipos y estigmas que sobrevuelan sobre las personas sin hogar y poner de manifiesto que vivir en la calle o en vivienda insegura o inadecuada afecta a la salud mental de las personas y reduce su esperanza de vida.
En conclusión, es necesario redefinir el abordaje que se realiza sobre la salud mental de las personas sin hogar desde la ética del cuidado, es necesario realizar un seguimiento de la salud mental en el entorno donde vive la persona, es necesario que los profesionales tengan en consideración sus circunstancias personales y sociales y es imprescindible que los sistemas sanitario y social estén coordinados para poder abordar la situación de la persona de forma holística, desde el trabajo en red con todos los agentes e incidiendo sobre todas las causas del sinhogarismo.