COMUNICADO: En defensa de los centros residenciales de inclusión para personas en situación de sin hogar
SJD Serveis Socials Barcelona
Desde Sant Joan de Déu Serveis Socials – Barcelona, y como otras muchas entidades que trabajan con personas en situación desin hogar, queremos denunciar que la carencia de acceso en la vivienda mata y es una violación de los derechos humanos más fundamentales: del derecho a la vivienda en sí mismo, pero también del derecho en una vida digna, del derecho a la salud, del derecho a la seguridad, del derecho a la educación y del derecho a tener oportunidades para construir el propio futuro; porque concebimos los derechos humanos como indivisibles, interdependientes e irrenunciables.
Los últimos días hemos visto el desencadenante más crudo de vivir en la calle con la muerte de tres personas que vivían en el raso. Unas muertes que lamentamos profundamente. Unas muertes que se podrían haber evitado. El sinhogarismo es una situación estructural provocada por las fluctuaciones de los mercados de vivienda y laboral, principalmente. El sinhogarismo es un fracaso colectivo sin matices de nuestro modelo de sociedad.
En los centros residenciales de inclusión se acompaña a las personas en situación de sin hogar de manera personalizada
A la vez que reivindicamos el acceso a la vivienda para todo el mundo, queremos poner en relevo la importancia de las equipaciones residenciales colectivas existentes a varios lugares de Cataluña y en especial en la ciudad de Barcelona, donde la temporalidad de la atención se ajusta al proceso de cada persona (actualmente con una media que ronda los 200 días en nuestras equipaciones). Los centros residenciales de inclusión, a menudo denominados erróneamente “albergues”, son espacios muy dignos que han evolucionado a lo largo del tiempo para ofrecer un acompañamiento centrado en la persona donde se respete la intimado de la persona atendida y se fomente su autonomía. Son espacios donde se ofrecen los servicios básicos porque la persona se pueda recuperar de procesos a menudo muy traumáticos y dolorosos, y también otros servicios, como acompañamiento social, emocional o laboral, para que poco a poco puedan recuperar las riendas de su vida desde una mirada puesta en el medio y largo plazo, huyendo así de una atención de emergencia.
No olvidamos que cada persona ha tenido unas vivencias concretas y tiene una personalidad, unas necesidades y unos objetivos diferentes que hacen que cada individuo requiera de unos recursos específicos. Hay personas que en un centro colectivo, donde pueden disponer de una habitación individual y de uso privativo, se sienten bien en ese momento de su vida, porque necesitan un acompañamiento próximo intensivo y necesitan relacionarse y beneficiarse de la red de apoyo que crean en esta comunidad. También es cierto que otras personas no requieren este recurso y viven mejor en viviendas individuales o compartidas con pocas personas, porque la convivencia se lo hace más difícil y/o necesitan espacios que le permitan desarrollarse con plena autonomía para recuperarse personal, social y espiritualmente.
En cualquier caso, ambos modelos tienen que poder convivir porque así atendemos y acompañamos más individualmente en las personas, ya que diversificamos las opciones tanto como diferentes son las necesidades de las personas. Sin ningún tipo de duda, el objetivo final es que todo el mundo pueda disponer de una vivienda, porque es un derecho y es el espacio donde una persona se puede desarrollar tal y como es, pero a veces se necesita un acompañamiento más intenso para poder estabilizarse, llegar a recuperar la propia vida y poder vivir en comunidad.
Los centros residenciales de inclusión para personas en situación de sin hogar no son una solución definitiva, lo tenemos claro, pero estamos convencidos de que tienen su sentido y hacen un servicio que beneficia a muchas personas cada año. Sabemos que estos espacios tienen recorrido de mejora y es responsabilidad de todos, administraciones titulares y entidades gestoras, que se ajusten al máximo posible a las necesidades de los y las residentes que viven y de la comunidad que los tiene que incluir. Desde los inicios de estos centros y hasta ahora han evolucionado muchísimo; y como muestra, las equipaciones de San Juan de Dios que en 40 años de historia han estado en un proceso de mejora continua. El último centro que hemos abierto, el pasado más de octubre de 2020, es un claro ejemplo: un centro destinado solo a mujeres, con habitaciones y baños individuales y un acompañamiento específico fundamentado en la atención centrada en la persona. El centro cuenta con un equipo de mujeres profesionales altamente cualificadas y cada una de las personas atendidas recibe el acompañamiento directo y personalizado por parte de dos profesionales de referencia.
Las entidades sociales que acompañamos personas sin hogar, como por ejemplo San Juan de Dios, tendríamos que concebir siempre los centros residenciales y las viviendas con apoyo como instrumentos temporales al servicio de un objetivo principal: acompañar las personas que han perdido el hogar para que puedan hacer realidad sus proyectos vitales.
Hacen falta cambios estructurales para garantizar el acceso a la vivienda
Garantizar el acceso a la vivienda requiere de cambios estructurales
, que van más allá de los que las entidades sociales podemos hacer a corto y medio plazo. Se requieren de mejoras en el abordaje estratégico, hace falta una dotación de recursos claramente mayor y estabilidad en el tiempo, es imprescindible una mejor y mayor cooperación entre áreas de una misma administración y entre las diferentes administraciones públicas, hace falta un reconocimiento subjetivo del derecho a la vivienda, que se apliquen o aprueben estrategias de abordaje de lucha contra el sinhogarismo con presupuestos reales, que se ratifiquen pactos y acuerdos internacionales y finalmente hay que profundizar más en la cooperación con el tercer sector social en el diseño de políticas y en su ejecución que permitan que se realice una atención de calidad y ajustada a las necesidades de las personas en situación de sin hogar y permitan ofrecer soluciones que hasta ahora se han delegado al mercado y que actualmente excluyen a muchas personas del acceso a la vivienda.
El sinhogarismo no es una emergencia, es una situación estructural que requiere de medidas a largo plazo, y otras a corto plazo, enfocadas todas ellas a garantizar que todos/as los/las ciudadanos/as podamos vivir con nuestra dignidad reconocida y respetada.
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Los centros residenciales de inclusión son espacios con habitaciones individuales, con apoyo intensivo de profesionales y con temporalidad adaptada a cada persona. Los centros residenciales de inclusión acompañan los procesos de salida de cada persona hacia soluciones más estables de vivienda.
Sant Joan de Déu Serveis Socials es una entidad que acompaña personas sin hogar desde 1979. En estos momentos ofrece cerca de 350 plazas en centros residenciales y viviendas, en alianza con varias administraciones públicas y con el apoyo de donantes privados y socios, y gracias a la colaboración de más de 110 voluntarios y 90 profesionales.