Quim Batlle, voluntario
Lo más importante para mí es poder compartir con estas personas un espacio, unas vivencias.
Quim Batlle es uno de nuestros voluntarios más veteranos, con casi 10 años colaborando con Sant Joan de Déu Serveis Socials acompañando a personas.
Hemos querido hablar con él para averiguar qué le ha motivado a ser voluntario, ver la importancia del vínculo y conocer cuál es su misión, más allá de las tareas del día a día.
¿Qué tareas concretas de voluntariado has realizado durante estos casi 10 años de voluntariado?
En todos estos años he hecho tareas muy diferentes: acompañamientos al médico, tareas organizativas aquí en el centro Hort de la Vila, visitar los pisos y realizar inventario de mobiliario, revisar los colchones cuando se hizo el cambio aquí en el centro, etc. Actualmente hago conversaciones en catalán y castellano, que nunca había hecho todavía, y lo encuentro muy interesante. Además, la persona con la que hacemos esta tarea de conversación es una persona que nunca había encontrado aquí, es fantástica, es una persona increíble.
¿Destacas algún hecho de todo este tiempo?
Durante varios meses he acompañado al mismo usuario, entonces el contacto con él es muy diferente a la persona con la que sólo tienes contacto puntualmente. Él te cuenta muchas vivencias y de algunas aún me acuerdo.
¿Cómo se establece el vínculo con las personas que acompañas?
Al principio es más una toma de contacto de ambos y de conocernos un poquito y, poco a poco, este contacto se hace más cercano. Yo nunca pregunto por qué están aquí o cómo han llegado aquí. Pero, poco a poco, estas personas se van abriendo y te lo van contando.
Ahora te contaré una anécdota de una persona que estuve acompañando durante bastante tiempo. Es un caso que me impactó un poco. Era una persona de 42 años y, de los 42, 20 los pasó en prisión. Me impactó porque era una persona encantadora y una bellísima persona, pero que por motivos familiares fue a parar a la cárcel.
¿Crees que el voluntariado ayuda a desmontar prejuicios?
Lo que tienes es una visión más amplia de la persona, de la sociedad
. Por ejemplo, yo antes de empezar el voluntariado, si tenía que entrar en un cajero automático y había una persona durmiendo, entraba con un poco de reparo. En cambio, hoy en día, entro y hablo con estas personas. Quiero decir, la visión que tengo de las personas en situación de sin hogar es muy distinta a la que tenía antes de ser voluntario.
¿Has hecho voluntariado en otras entidades?
He estado básicamente aquí en Sant Joan de Déu Serveis Socials. Sí que es verdad que algún año he participado en el recuento de personas que se encuentran en la calle, el recuento que hace la Fundació Arrels.
¿Cuándo eras un niño o un adolescente ya te gustaba colaborar con temas sociales o es algo que te ha venido con los años?
Ostras, pues no lo sé. Yo creo que me viene un poco desde la infancia. Porque en mi casa siempre había mucha hospitalidad con la gente de fuera de casa
, entonces entiendo que esto se me ha arraigado mucho dentro y siempre decía que, cuando acabara de trabajar, me gustaría hacer una tarea social para ayudar a las personas que lo necesitan.
¿Qué significa para ti el voluntariado?
Personalmente creo que el voluntariado es dedicar un tiempo, más o menos largo, a aquellas personas que por su circunstancia están desfavorecidas o son vulnerables.
¿Cómo vives la experiencia del voluntariado?
La última tarea que estoy haciendo de conversaciones me trae mucha satisfacción. Esta persona, aparte de aquí, está haciendo cursillos por todas partes y me lo explica y, a mí esto me aporta una gran satisfacción. El voluntariado reconforta
, personalmente reconforta mucho. Algunas veces me he ido a casa con el corazón un poco encogido porque hay circunstancias y situaciones muy complicadas.
¿Cuál consideras que es el aspecto más relevante en tu trabajo?
Lo más importante para mí es poder compartir con estas personas un espacio, unas vivencias. Además, ellos a medida que te van conociendo, se van abriendo mucho más y, entonces, ves que cada semana cuando llegas están contentos, de hecho muchos esperan con ganas que llegues y estés con ellos.
¿Cómo ves a la sociedad de hoy en día en referencia a los temas sociales? ¿Crees que, en general, la gente se involucra lo suficiente?
Hay mucha gente que se involucra. Veo a mucha gente de cierta edad y, quizás, faltaría que los jóvenes se involucraran más, quizás tampoco tienen tanto tiempo ya que la sociedad va muy rápida. Sin embargo, creo que hay bastantes personas que se involucran, pero en cambio, a nivel político y gubernamental, falta mucha implicación y, también, mucha conciencia social.
¿Qué papel juega el voluntariado?
Creo que es muy importante la labor que se realiza aquí entre voluntarios, trabajadores y educadores sociales. La persona que llega aquí, se siente muy bien acogida por parte de todos, tanto por parte de trabajadores como de voluntarios. De hecho, ellos me lo han reconocido en muchas ocasiones que aquí se sienten muy bien, se sienten muy bien tratados, se les ayuda con aspectos laborales, si deben ir al médico, aspectos personales... y, eso, es muy importante.
Si tuvieras que quedarte sólo con una cosa del voluntariado, ¿cuál sería?
Yo con lo que me quedaría, que es lo que más me reconforta, sería con el contacto directo con las personas. Pero, el contacto continuado, no esporádico. Continuado porque vas viendo cómo estas personas evolucionan y sientes una gran satisfacción personal.
A una persona que quisiera empezar con temas de voluntariado, ¿qué consejo le aconsejarías?
Ante todo, le aconsejaría que sí, que lo hiciera. Ya que esto es muy agradecido. El voluntariado es una tarea muy agradecida. Y, para tener en cuenta, que tenga discreción, confidencialidad y, sobre todo, tener buen trato y buen rollo con las personas.
Por último, ¿quieres compartir alguna anécdota?
Hace años fui de voluntario en una Magic Line, haciendo de personal de control. Había una persona residente del centro Creu dels Molers que, por su aspecto, a mí no me cuadraba que estuviera aquí. Esa persona, por decir algo, parecía de la zona alta de Barcelona. Y, al pasar muchas horas hablando, comprobé que, efectivamente, era una persona de la zona alta.
Esta persona no fue a Hort de la Vila (el centro residencial de inclusión de Sarrià) porque lo conocía mucha gente de aquel entorno y, en cambio, había ido a Creu dels Molers (el centro residencial de inclusión de Poble- sec). Hay que decir que la persona estaba encantada con San Juan de Dios. Me explicó que se había separado de la familia, que intentó hacer negocios en Centroamérica, pero le fueron mal y, de repente, se quedó sin nada.