El acompañamiento social a través del vínculo. Una mirada desde el modelo 'Housing First'
El vínculo ayuda a que la persona vuelva a sentir que es el centro de su vida y es el nexo que hace que la persona tenga más autocuidado y percepción de su mejora.
Nico Rodríguez
La mitología griega narra historias que tienen muchos paralelismos con la realidad de cada momento, como la del personaje Procusto; el cual se dedicaba a dar alojamiento a los viajeros solitarios. Una vez que entraban en su casa, eran invitados a tumbarse en una cama que nunca era del tamaño del huésped; Procusto, con diferentes técnicas, se dedicaba a adaptar el cuerpo de las personas a la cama y no a la inversa.
De alguna manera el acompañamiento social clásico se ha desarrollado de esta forma, siendo la persona la que debe adaptarse a los recursos o programas de atención social y no al contrario. El programa Primer la Llar[1], que comenzó en 2015 con una base metodológica del modelo Housing First, se implementó con la idea de hacer un cambio en esta tendencia y centrar la mirada en la persona.
El reto profesional fue cambiar la forma de acompañar, pasando de una forma reglada, donde la persona debe cumplir y adaptarse a una normativa, la consecución de objetivos y procesos; a centrarse en una metodología que pone el foco en el vínculo como forma de acompañamiento. Es decir, realizando un acompañamiento personalizado según la situación, el ritmo y la idiosincrasia de la persona, sin que la abstinencia o la adherencia al tratamiento sean requisitos necesarios.
El vínculo es nuestra hoja de ruta y el camino lo vamos trazando con la propia persona en los diferentes encuentros conjuntos.
Se va trabajando durante el día a día, y se hace más necesario y presente en los pequeños detalles, que quizás a priori pasan desapercibidos, pero que son muy importantes. Detalles como felicitar a la persona el día de su cumpleaños, o hacer bromas y reírse de anécdotas de la vida diaria.
Cambiar el rol de ser usuario de un servicio a ser participante de un programa implica tener voz y decisión sobre la propia trayectoria vital, sobre qué tipo de soporte se desea por parte de los profesionales que te acompañan, así como tener el derecho a quejarte sobre si lo que te han dicho te puede molestar o te hace sentir incómodo.
La vinculación es el trato horizontal, teniendo presente la mirada enriquecedora que aporta cada uno a esta relación de ayuda, poniendo en valor todas aquellas estrategias y los esfuerzos que la persona ha puesto en marcha para estar bien y sobrevivir estando en situación de calle. Evidenciar esta experiencia da visibilidad a todas las herramientas que tiene la persona para hacer frente a las adversidades.
Este tejer sobre el conocimiento del otro, que vuelva a sentirse protagonista de su vida y abandonar esta percepción de alienación
, hace que perciba la seguridad de que nuestra labor no se basa en el control y en hacer que la persona cumpla con un marco preestablecido; sino que nuestro acompañamiento es la red que sostiene ante sentimientos de soledad, da compañía en caso de que haya algún episodio de consumo, un episodio psiquiátrico, u otros problemas derivados de su situación pasada o actual.
Implica por parte del profesional creer en el otro y acompañarle incluso en las decisiones que sabe desde un primer momento que las toma de forma que no tendrán los resultados esperados, porque nuestra presencia en las decisiones erróneas también ayuda a aprender de lo que ha pasado y constatar que nuestro acompañamiento tiene un aspecto incondicional y que es patente en todo momento.
Por tanto, el vínculo ayuda a que la persona vuelva a sentir que es el centro de su vida y es el nexo que hace que la persona tenga más autocuidado y percepción de su mejora. Y sabemos que se ha generado una relación basada en el vínculo cuando espera tu visita, cuando nos despedimos y pregunta cuándo volveremos a vernos, cuando habla sin miedo a ser sancionado o recriminado por nuestra parte, cuando existe cierta complicidad que te hace entender al otro sin necesidad de establecer grandes diálogos.
Volviendo al ejemplo de Procusto, no se trata de acompañar a la persona con el fin de que se adapte a un modelo preestablecido, con objetivos diseñados por el profesional, sino hacer un acompañamiento individualizado, a partir de la propia relación humana y aplicando un estilo más desde la hospitalidad, que implica la acogida del otro aceptándolo tal y como es.
Este artículo ha sido publicado en el diario social.cat con fecha 27/06/2022