Georgina Iacob, exresidente
En el centro residencial Creu dels Molers “me he sentido acogida”
Conversamos con Georgina Iacob de su paso por el CRI Creu dels Molers
Georgina tiene 21 años y hace uno que pasó por una situación complicada en la que se quedó sin un lugar donde vivir. Como muchas otras personas que se encuentran sin vivienda, tuvo que recurrir a la ayuda de una buena amiga para no dormir en la calle.
Hasta que cumplió los 18 años Georgina vivió en un centro de menores y en aquel momento fue a un piso tutelado, del que la echaron por motivos que no nos detalla. Fue en este delicado momento cuando se quedó sin un lugar en el que vivir. Aun así, gracias al apoyo de su amiga y una trabajadora social que “me aportaba la ayuda para ir a un centro”, tuvo el soporte necesario para buscar una solución y finalmente acceder al centro residencial de inclusión Creu dels Molers.
Aquí empezó una nueva etapa y en 8 meses consiguió estabilizar su situación, encontrar trabajo y vivir por su cuenta.
De su paso por Creu dels Molers reconoce que “me he sentido acogida”. Aquí convivía con 51 personas, pero manteniendo la intimidad que permiten las habitaciones individuales, una de las señas de identidad del centro. Georgina admite que se sorprendió de “la gran cantidad de gente mayor que había... pensé que no quería estar en esta situación a los 40 ni a los 50”. Esta revelación le hizo poner en marcha todos sus recursos para poder salir lo antes posible de la situación en la que se encontraba.
Reconoce que pasar por esta difícil etapa es “una experiencia que te ayuda para que no vuelvas a caer”. De su estancia en Creu dels Molers destaca el acompañamiento que recibió “cuando estás en un centro te marcan un poco: te indican, te guían. Y eso a mí me ha servido” y añade que también ella a nivel personal ha hecho lo posible por mejorar la situación “al fin y al cabo vas creciendo por ti mismo, puedes tener personas que te guían hasta cierto punto. No los puedes tener toda tu vida. Llega un momento que coges tú la vía y vas tú solo. Y por ahora, voy bien”
En los meses que vivió en el equipamiento de Sant Joan de Déu “me levantaba, desayunaba, iba al cole, después venía, quedaba con mis amigos y después volvía al centro. Como no podías entrar hasta las 7 o las 8, tenía que hacer planes. Hice un curso de dependienta, también para moza de almacén”. Georgina es una chica muy resulta y con planes de futuro. Quiere continuar estudiando, a pesar de ver la dificultad que supone vivir sola, trabajar y estudiar a la vez. Su plan es “conseguir ahorros” para poder estudiar lo que quiera.
Le hemos pedido que dirija un mensaje a un joven que se encuentre en la misma situación por la que ella pasó y lo tiene claro “¡quien quiere, puede!” y es positiva admitiendo que “para aprender tienes que estar triste también”.
Georgina finalizó su estancia en el centro con un trabajo estable como camarera que le permite pagarse una habitación donde vivir de manera autónoma. Superado el bache, tiene una vida como la de muchos otros jóvenes, según reconoce “muy buena. De rutina total. Trabajando y a veces quedando con mis amigos”.